lunes, 18 de mayo de 2009

LAS SEXOTERAPEUTAS URBANAS

ANTONIO ESPINO MANDUJANO


A media mañana las aceras del bulevar frente al mercado Hidalgo, bullen como un hormiguero de compradores y vendedores. Los clientes se amontonan ante los puestos de mercancías. Los vendedores ambulantes copan el espacio y se integran al paisaje urbano, como un sonido incesante de los expendios de discos piratas y el penetrante olor del aceite en que se fríen las gorditas de queso y migajas.

En este espacio urbano, una mujer madura, morena apiñonada, de un metro setenta, sin ser de una belleza espectacular, causaba desconcierto en los hombres que la barrían con la mirada.

Decía a los transeúntes: “en nuestra sociedad moderna en la que el teléfono celular y el chateo electrónico están a punto de sustituir al amor, no se quede con las ganas y venga a consultar al doctor Ramón, el médico de campo que de pronto sintió una viva luz en el celebro y vio, en todo la extensión de su memoria, que las personas con disfunción eréctil requerían de sus conocimientos”.

La acompañaba una rolliza muchacha con un atuendo de mezclilla y con una blusa de encaje que dejaba al descubierto un ombligo moreno y brillante, y que reía todo el tiempo.

¿“Quieren tener vigor sexual”?. No lo piensen dos veces –les decía- vengan y consulten al “doctor”, ya que la edad no mata la pasión.

Y agregaba, quienes creen que las carnes blandas, las canas y las arrugas extinguen la llama de la pasión están equivocados. La edad no constituye una barrera para llevar una vida sexual activa.

Dicho lo anterior, repartía unos volantes con los pormenores de los achaques que sufren los hombres: “las estadísticas no mienten. El 55 por ciento de los adultos y el 9 por ciento de los jóvenes tienen problemas de disfunción eréctil. Los factores de riesgo son el uso crónico de algunos medicamentos, las enfermedades del corazón, de los vasos sanguíneos, el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción, diabetes mellitus, las alteraciones del colesterol y la insuficiencia del hígado”.

Además, complementaba la rolliza muchacha, también se agrega a estos factores la práctica de determinadas actividades, como la charrería y el jaripeo, porque suponen un golpeteo constante contra los genitales. “Así, entre reparos de los toros el jinete puede ver disminuidos sus atributos. Por eso si a ustedes les sucede algo parecido, no acuda a los remedios caseros, mejor venga a consulta con el doctor Ramón y sea uno de los cientos de clientes que han logrado mejoría gracias a sus recetas milagrosas”.

Al preguntar a las “sexoterapeutas” urbanas donde se localizaba a tan iluminado galeno”; este tal Ramón resultó ser un curandero de la colonia Ejidal que hace unos meses montó su “consultorio” y se dedicó a embaucar a quien se le ponía enfrente y a ganar dinero vendiendo pomadas a base de esencias florales que supuestamente terminaban con los achaques que sufren los hombres mayores de 40 años que tienen impotencia.

Por otro lado, las “sexoterapeutas”, resultaron ser un par de meretrices con teléfono celular que se divierten teiboleando en un antro de la calle Libertad y responden al “estímulo de las canciones de Félix Salgado Macedonio y a las trivialidades de la conducta del encueratriz Pancho Cachondo”.

Así se las gasta la charlatanería en nuestra sociedad moderna, donde muchos se aprovechan de los males del cuerpo y el alma que aquejan al pobre ciudadano.

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