lunes, 30 de marzo de 2009

LA FIESTA DEL BURRO


CELEBRAN EL TERCER FESTIVAL
ANUAL DEL BURRO EN JALPA


*Certamen lleno de alegría e imaginación
que atrae a visitantes extranjeros
para disfrutar el recorrido de los burros
por la comunidad de Jalpa.

*Se trata de una singular iniciativa de la Asociación
Civil FINO (Fundación Internacional de Niños Olvidados)
que preside Sara y Craig Tylosky.

*El acontecimiento reúne a los jinetes más avezados del
lugar y los burros mejor disfrazados y rápidos.



ANTONIO ESPINO MANDUJANO

Jalpa, San Miguel de Allende, Gto.- En esta comunidad se celebran muchas fiestas a lo largo de todo el año. Los paisanos que emigraron a Estados Unidos regresaban para las más importantes en mayo y septiembre. Hoy sus visitas las hacen desde marzo, pues como dicen, “todos los que aún vivimos en este pueblo recibimos con gusto y agradecimiento la fiesta del burro”.
Y no es para menos, por estos rumbos, el burro, un animal casi olvidado, se ha convertido en un elemento importante del nuevo desarrollo rural, gracias a sus múltiples capacidades.
En esta localidad de más de mil habitantes, desde hace muchos años que el transporte de productos agrícolas, agua y leña se hace en burros. Cada mañana, asnos con cajones de madera y tercios de leña recorren las calles del pueblo prestando su servicio a la comunidad.

CERTAMEN DE BURROS

Esta peculiar festividad es única en la región; por tercera vez se realiza en esta comunidad y es patrocinada por la Fundación Internacional de Niños Olvidados, que preside Sara y Craig Tylosky. Las ganancias por la venta de boletos, a los más de 200 estadounidenses que asistieron, serán utilizadas para ayudar a la comunidad, en los programas de enseñanza rural del inglés y de liderazgo, explica Sara Tylosky
.
Es también un festival folclórico, donde se agasaja y rinde homenaje a los burros por servir a los más de mil pobladores de la comunidad de Jalpa, en sus tareas de carga y transporte, empeñados en conservar sus tradiciones campiranas, enfatiza don Javier Gómez, un viejo arriero de la localidad.

BURRO RACES / CARRERA DE BURROS.
Colgada en una ladera de un cerro, a 15 kilómetros al oriente de San Miguel Allende, se encuentra la localidad de Jalpa. Se toma la carretera a Querétaro, de donde se entronca a un camino sinuoso que lleva a varias comunidades hasta topar con el picacho de Guadalupe; desde ahí ya se puede ver la población con su presa al fondo. Altos mezquites cubren parte de un camino empedrado, el caserío se ubica en una loma árida y cerca está el campo de futbol que este año se convirtió en “el jalpódromo”.
Ahí se celebró el tercer rally de burros, que reunió a los jinetes más avezados del lugar y a los burros más rápidos. Compitiendo contra otros 16 burros, en esta ocasión , el ganador de la gran final, fue “El Capi”, montado por Tomás Pacheco, un mozalbete moreno y delgado que estudia el 6º año en la primaria Ernesto Guajardo; el segundo lugar, se lo llevó
El Costillón, con Cosme Ruíz en los lomos y el tercero fue para El Mandador, montado por un chavito de nombre Erick.
BURRO PARADE / DESFILE DE BURROS

En el desfile de disfraces, presentado en el campo de juego el pasado sábado por la tarde, los aplausos y gritos del público (compuesto en su mayoría por estadounidenses radicados en San Miguel), obligaron a los jueces a determinar un empate en primer lugar entre la burra Gofi (la más guapa) acompañada por un muchacho de nombre Guadalupe Paredes y la burrita Zoila(la más colorida) conducida en el desfile por José Carlos Olvera, un chamaco que estudia el 1º año en la telesecundaria.

Después de una segunda vuelta, y tomando en cuenta la intensidad de los gritos y aplausos de toda la concurrencia , los jueces acordaron declarar ganadora absoluta a Gofi, una linda burrita muy coqueta ataviada con vestido, peluca negra y pestañas postizas.

El segundo lugar, por lo tanto, fue para Zoila, una borriquita con vestimenta multicolor que cuando recorría el jalpódromo se tornaba muy obediente, mostrando a todos la elegante muñeca que llevaba en sus lomos.
Otras de las triunfadoras fueron Camila (la más popular), Wiwina (la más pequeña), Rufina (el más sexi), La India María (la más folclórica), Chilindrina (la más necia) y Francisca; esta última con un muñeco montado y que se rehusaba caminar hasta que fue “remolcada” por un grupo de voluntarias . Los disfraces fueron hechos por las familias de los niños que estudian en la primaria Ernesto Guajardo de Jalpa .

En total fueron 16 burritas disfrazadas que recorrieron la pasarela frente a tres carpas colocada en el campo de juego en donde se dieron cita desde las tres de tarde todos los vecinos de la comunidad, así como visitantes de Estados Unidos y Canadá.

LA HISTORIA DEL BURRO MULERO

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LA HISTORIA DEL
BURRO MULERO

Un lúgubre arriero llamado don Carmelo, era la imagen viva de la derrota: bajo un sol quemante, en medio de la calle semivacía, caminaba solitario, sombrero ladeado, rostro contrito, paso zigzagueante, sin rumbo cierto. En estos lugares de San Miguel Allende era conocido como el burro mulero, no por el prestigio erótico, sino por terco, porque en la jerga taurina un toro zonzo es un burro. Le decían también mulero por perseverante, porque en su juventud, era famoso entre todas las señoritas de la localidad, a quienes acorralaba hasta convencerlas a base de poesías populares sacadas del “Tesoro del declamador”.

Tal vez por ello las buenas conciencias le enjaretaron una serie de agravios y estropicios que explican las razones que lo han llevado decir en relación a su descrédito: “no sé porque las historias de fracaso y degradación amorosa lo hacen a uno tan popular”.

Aunque como dicen, este hombre chaparro y chato como un bulldog de buena garganta para eso de ingerir grandes infusiones de tequila barato, no es la excepción que confirma la regla; ante su escasa y prácticamente, nula personalidad, sabía utilizar su verborrea basada en la mendacidad: la paradoja, según la cual los pobrediablistas no pueden vivir sin mentir, porque la mentira forma parte de su vida, aunada a la perseverancia que lo supera todo.

Pues bien esta historia viene a colación, porque don Carmelo en las noches de cantina, con voz ronca de sed y con profundo autosarcasmo solía contar a todos que conoció a un burro que lo quería bien, “a él le dolía las criadillas y el lomo. A mí el lomo y la sien”, en una vida llena de faenas y sobrevivencia.

Decía que de todos los burros del lugar era el ejemplar más lamentable: viejo, con ojos desorbitados y llenos de desasosiego, orejas gachas y ásperos pelos en el cuero duro. Viajaba con él como viajar con un amigo, y conforme a su necesidad lo dejaba rebuznar, “mientras un servidor casi siempre hablaba de más”. Soportaba estoicamente su pasiva labor de compañero, como si se diera cuenta que en esta vida el asno terco es capaz de establecer una relación de trabajo y hasta afecto con las personas.

Pues bien como ocurre en este tipo de historias, cuando amarraba al burro a los frondosos laureles de la plaza “siempre convocaba sobre todo la admiración y la envidia de los lugareños, cuando de las patas traseras de ese burro viejo y zonzo, de pronto saliendo hacia delante y abajo, colgaba su prodigioso instrumento”, que hacia decir a las buenas conciencias por muchas razones: “¡saquen al burro de don Carmelo por presumido y libidinoso!”.

Gracias a ese malentendido corrió mi fama y me ha revestido de decires inventados por seres débiles, víctimas de sus pasiones que carecen de verdaderos amigos e ignoran que son profundamente infelices.
Yo viejo y terco sigo teniendo amigos ¿Quién había tenido la audacia y el valor de convivir con un burro?, con frecuencia solía comentar.

Y don Carmelo tenía razón, cuando uno escucha estas historias plagadas de remembranzas, donde la crudeza de la realidad se mezcla con el disimulo, uno recuerda las iniciales lecturas de Canetti y su burro de Marrakesh: que en medio de la plaza, viejo y desahuciado, con su rebuzno primaveral, “había tanto todavía ahí donde no parecía quedar nada; como el arriero de Jalpa, que en este contundente y feliz retrato vivió atormentado con su concupiscencia en la miseria”.