jueves, 28 de mayo de 2009

EL CAÑON ...


“EL CAÑON .32”

ANTONIO ESPINO MANDUJANO

Cuando la tarde del 15 de mayo de 1942, el presidente municipal de Tarimoro, don Basilio Espino Rosillo le declaró la guerra a las potencias del Eje, el primer hombre con el que compartió la idea, fue el famoso militar apodado El Cañón .32, de quien se dice fue el estratega en la preparación de “las fuerzas armadas tarimorenses” y autor intelectual de la ya célebre “Acta Patriótica”.

Este experto en armamento, que siempre andaba con el pelo a rape y había pertenecido al Estado Mayor Presidencial, dicen los viejos tarimorenses “que siempre se metía en camisa de once varas”, porque al hablar recurría regularmente a las maldiciones e improperios y porque padecía una degeneración digestiva que hacía que el viejo militar viviera pedorreándose permanentemente.

También comentan que como asesor del presidente municipal, fue quien redactó el Acta e hizo que éste soltara la lengua, cuando con voz imperiosa les dijo a los tarimorenses: “ante las adversidades del panorama mundial y dada la agresión de un submarino alemán, que el día de ayer, torpedeó y hundió, el buque petrolero mexicano “Potrero del Llano”, frente a las costas de la Florida; Tarimoro asume la responsabilidad acuciante que representa este desafío y está dispuesto a tomar las acciones de armas que se requieran para defender la soberanía nacional”.

“Los preparativos de las fuerzas armadas tarimorenses son de guerra contra las potencias del Eje, y aunque pequeñas en elementos y armas, no debe atemorizarnos el poderoso despliegue militar de los nazis que vienen hasta nuestras costas a provocarnos y a tratar de establecer la supremacía”.

“Es mucho lo que está en juego: en términos realistas, es nuestra soberanía la que recibió el golpe que repercute en la seguridad nacional. Por ello, derivada de estos acontecimientos he tomado una decisión de carácter militar y a partir de este momento el pueblo de Tarimoro y sus autoridades le declaran la guerra a las potencias del Eje, reafirmando que la soberanía como premisa es nuestro lema”.
Por consecuencia ponemos a nuestras fuerzas en estado de alerta y si es necesario movilizar a los ciudadanos del terruño, lo haremos con gusto, en defensa de la patria”.

Cuentan los pobladores más viejos, que acto seguido, el mandatario municipal, metió la mano derecha en el bolsillo de su chaqueta y se extrañó de no encontrar su reloj de forma circular, por lo que miró hacia el sol y calculó que quedaba como una hora de luz y decretó, que a partir de las 6 de la tarde de ese día, Tarimoro le declaraba la guerra a las potencias del Eje, lo cual quedó asentado en el “Acta Patriótica tarimorense” para que este hecho histórico fuera recordado por las generaciones futuras”.

Recuerdan también, que unos minutos más tarde siguiendo el curso de los acontecimientos, El Cañón .32 que vestía uniforme militar dio instrucciones para que los lugareños depositaran las armas y municiones en el centro del portal. El militar miró asombrado cómo nadie trajo fusiles, carabinas, pistolas ni mucho menos “alguna ametralladora ligera”; sólo había escopetas de chispa, machetes, sables y hasta reatas de lazar y se sorprendió aún más cuando alguien le hizo llegar un vale que acreditaba el préstamo de una vieja pieza de artillería.

No obstante lo raquítico del armamento, agradeció con algunos carajos e improperios la ayuda a los presentes; caminó hacia la escalera del kiosko y trepó por ella hasta donde se encontraba don Basilio y su ayuntamiento –tengo la satisfacción de informarle, señor presidente, que he cumplido cabalmente la encomienda sólo que con estas pinches armas, dudo que chinguemos a los nazis- le dijo y se alejó orondo y erguido con el peculiar estilo militar.

Comentan que al término del acto el presidente municipal volvió a su sitio en el salón de cabildos, y acompañado de El Cañón .32 no se despegó de la radio durante tres días; concentrado en las noticias, no se animó a abandonar su oficina por temor a perder el hilo de los acontecimientos “ya que como buen cristiano, no cualquiera se atreve a lanzar una declaración de guerra, sobre todo con un estratega de la talla de Conrado Saavedra, el famoso militar retirado apodado El Cañón .32.

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