viernes, 15 de mayo de 2009

EL PRESIDENTE MUNICIPAL

EL PRESIDENTE MUNICIPAL
QUE DECLARÓ LA GUERRA
A LAS POTENCIAS DEL EJE

ANTONIO ESPINO MANDUJANO


Me gusta rescatar historias escondidas para que lleguen a la luz pública. Más si son de habitantes de municipios fundidos con la tierra y que encuentran algo por lo que vale la pena luchar.


Pues bien, he aquí un hecho histórico poco común, de un presidente municipal que declaró la guerra contra las potencias del eje, " porque hay obligaciones que la patria considera irrenunciables"

Por la tarde del 15 de mayo de 1942, un lúgubre presidente municipal de nombre Basilio Espino, era la imagen viva de la tristeza: bajo una llovizna pertinaz, en medio de la plaza colmada de habitantes de Tarimoro, Gto. caminaba acompañado de sus colaboradores más cercanos, cabizbajo, pensativo, rostro contrito y manos en las bolsas del pantalón de pechera, con rumbo al kiosko del jardín principal.

Apenas llegó, se encontró una recepción por demás entusiasta que le levantó el ánimo; un contingente de hombres y mujeres del campo, con la emoción reflejada en el rostro, no dejaba de lanzar gritos y consignas patrióticas:
-" ¡ Epa, tú !... ¿ Ese mi presidente, Basilio ?... ¿Qué es eso ?.. ¡No se achicopale y échele nérvo al asunto ! ... ¡ Arriba México, que es la mera verdá !"
Y muchos prorrumpieron en aplausos, cuando alguien grito: " ¡ Arriba el Napoleón tarimorense!".

Esto hizo que el presidente municipal soltara la lengua y con voz imperiosa, les dijo: " ante las adversidades del panorama mundial y dada la agresión de un submarino alemán, que el día de ayer, torpedeó y hundió, el buque petrolero mexicano " Potrero del Llano", frente a las costas de Florida; Tarimoro asume la responsabilidad acuciante que representa este desafío y está dispuesto a tomar las acciones de armas que se requieran para defender la soberanía nacional".

" Los preparativos de las fuerzas armadas tarimorenses son de guerra contra las potencias del eje, y aunque pequeñas en elementos y armas, no debe atemorizarnos el poderoso despliegue militar de los nazis que vienen hasta nuestras costas a provocarnos y a tratar de establecer la supremacía".

" Es mucho lo que está en juego: en términos realistas, es nuestra soberanía la que recibió el golpe que repercute en la seguridad nacional. Por ello, derivada de estos acontecimientos he tomado una decisión de carácter militar y a partir de este momento el pueblo de Tarimoro y sus autoridades le declaran la guerra a las potencias del eje, reafirmando que la soberanía como premisa es nuestro lema".

" Por consecuencia ponemos a nuestras fuerzas en estado de alerta y si es necesario movilizar a los ciudadanos del terruño, lo haremos con gusto, en defensa de la patria".

Cuentan los pobladores más viejos, que acto seguido, el también ejidatario de Panales, metió la mano derecha en el bolsillo de su chaqueta y se extrañó de no encontrar su reloj de forma circular, por lo que miró hacia el sol y calculó que quedaba como una hora de luz y decretó, que a partir de las 6 de la tarde de ese día, Tarimoro le declaraba la guerra a las potencias del eje, lo cual quedó asentado en el " Acta Patriótica tarimorense" para que este hecho histórico fuera recordado por la generaciones futuras".

Recuerdan también, que unos minutos más tarde siguiendo el curso de los acontecimientos, un ayudante con uniforme militar dio instrucciones para que los lugareños depositaran las armas y municiones en el centro del portal. El ordenanza miró asombrado cómo nadie trajo fusiles, carabinas, pistolas ni mucho menos " alguna ametralladora ligera"; sólo había escopetas de chispa, machetes, sables y hasta reatas de lazar y se sorprendió aún más cuando alguien le hizo llegar un vale que acreditaba el préstamo de una vieja pieza de artillería, que un militar a quien le apodaban " El Cañón.32" se había ofrecido conseguir.

No obstante lo raquítico del armamento, agradeció la ayuda a los presentes, caminó hacía la escalera del kiosko y trepó por ella hasta donde se encontraba don Basilio y su Ayuntamiento - tengo la satisfacción de informarle , señor presidente, que he cumplido cabalmente la encomienda -, le dijo y se alejó orondo y erguido con el peculiar estilo militar.

Comentan que al término del acto el presidente municipal volvió a su sitió en el salón de cabildos, y no se despegó de la radio durante tres días; concentrado en las noticias, no se ánimo abandonar su oficina por temor a perder el hilo de los acontecimientos " ya que como buen cristiano, no cualquiera se atreve a lanzar una declaración de guerra".

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