jueves, 26 de febrero de 2009

Las Tinajas de Don Calixto




LAS TINAJAS DE DON CALIXTO

Antonio Espino Mandujano

UNO

EL NEGOCIO DEL AGUA EMBOTELLADA

En el ojo de agua del Aguacate, municipio de Tarimoro, don Calixto Lara, tenía la costumbre de colocar a la sombra del portal de las casas, unas tinajas sobre unas horquetas de tres brazos que contenían agua de nacimiento.

Decía que era agua purificada por la filtración y afloramiento de roca de arroyo y “que era un regalo de la naturaleza que no se debía cobrar”, por eso ponía los recipientes de barro a la altura media para que alcanzaran el agua fresca tanto los arrieros como los visitantes o cualquier persona que quisiera disponer de ella.

Corría el año de 1955 y los guanajuatenses tenían una disponibilidad promedio del vital líquido de 12 mil 800 metros cúbicos por habitante al año, mientras que hoy no se llega a los cuatro mil metros anuales por habitante, “con una irregular distribución geográfica que provoca escasez en la mayor parte del estado y abundancia en algunas porciones del mismo”. Hoy, cada vez hay “menos manantiales, acequias o arroyos donde saciar la sed” y vivimos en una oleada de privatización del agua.

En este sentido, señala el ingeniero Everardo Lara -nieto de don Calixto y estudioso de los acuíferos-, que en el país hay 40 ciudades mayores de 50 mil habitantes con severas restricciones de agua. Asegura que los 96 acuíferos que tiene México, están sobre explotados y atienden el 50 por ciento de la demanda nacional.

Por eso es urgente que se tome conciencia de ahorrar el líquido y se reconozca su valor estratégico y económico, ya que según la Organización de las Naciones Unidas, de no ser así la disponibilidad actual se reducirá a más de la mitad en una década. Sus palabras no son novedosas, han sido anunciadas una y otra vez por organismos para enfrentar la crisis mundial.


DOS

EL NEGOCIO DEL ORO AZUL

Hoy, de las tinajas de don Calixto, ya no queda nada.
Los habitantes de estas poblaciones carecen del suministro de agua potable y el abasto y disponibilidad es un problema preocupante.

En contraste, a estas localidades ya llegó el negocio de las aguas envasadas: la venta del recurso no renovable que alcanza precios muy arriba de los lácteos o productos de primera necesidad. No hay tendajón o changarro cacahuatero que no sea atraído por las rutas de las empresas embotelladoras de agua. El líquido se ha convertido en una mercancía más, por la que para consumirla hay que gastar más de lo que cuesta un litro de leche y las ganancias –señala el ingeniero Lara- van a compañías de todos conocidos como Coca-Cola, Pepsi-Cola y Nestlé.

El precio al público de un litro de agua embotellada “oscila entre siete y ocho pesos” -a veces hasta más-, de ahí la dinámica y éxito de las empresas que acaparan concesiones para embotellar agua potable. El mercado del agua envasada en el país tiene un valor de 32 mil millones de pesos, una actividad que florece de la mano de nuestras carencias.

Cifras de una sola empresa de la región que “nace” en 1999 con 26 rutas y ventas de 636 mil garrafones; para el año 2000, dada la demanda de los consumidores, aumenta a 60 rutas”. Tal es el crecimiento de dicha empresa, a decir de los directivos, que su marca de agua envasada, tiene ventas de más de 10 millones de garrafones al año, y “actualmente por día, se registran ventas de 50 mil garrafones”. Cada habitante de la región, en promedio, ingiere 15 litros de agua embotellada al año. El líquido común y corriente antes público se ha convertido en marcas con una enorme variedad de logotipos.


Por otro lado, de acuerdo a la estadística oficial sobre el particular, se señala que en nuestro país actualmente existen más de 3 mil marcas de agua envasada; “pero sólo cuatro absorben 34 por ciento del mercado nacional”. Es decir, aunque el gobierno ha concesionado la comercialización de agua un número creciente de empresas, sólo unas cuantas trasnacionales “han consolidado de manera vertiginosa una estructura de mercado por su gran capacidad financiera”.

El negocio del agua en pocas manos, como apunta el ingeniero Lara; la venta de un recurso no renovable en un país de más de 12 millones de personas que carecen de suministro de agua potable y que a decir de los expertos, si el próximo gobierno –del color que sea- no manifiesta preocupación y pone interés sobre este asunto, en una década, la disponibilidad del agua se reducirá a más de la mitad “y entonces se verá no como un bien, sino como un privilegio al que pocos podrán tener acceso”. El año pasado la revista Fortune señalaba: “El agua parece destinada a ser para el siglo XXI lo que el petróleo fue para el siglo XX: la codiciada mercancía que determina la riqueza de las naciones”.







Doña Matilde y El Águila


LA MAESTRA MATILDE RAMÍREZ
Y EL AGUILA

Antonio Espino Mandujano


La tarde que entrevisté a la maestra Matilde Ramírez descansaba bajo un guayabo que durante muchos años le ha dado sombra y tranquilidad, además de olorosos frutos.

Hace algunos días celebró sus 75 años y me platica acerca de los años vividos y esa sed de conocimientos que la ha llevado a consagrar su vida a la enseñanza y ahora a la lectura “porque cuando se llega a viejo los días suelen ser largos y cansados”.

Dice que su fe en Dios es grande, por eso nunca se ha dado por vencida y siempre ha luchado sin dejar que la edad y la tristeza le doblen la espalda.

Como cada año el 10 de octubre, entre la algarabía de los feligreses, asea y viste al Señor del Buen Temporal con ropajes multicolores y sombrero de paja, para que los lugareños con la imagen religiosa en hombros emprendan una peregrinación por los pueblos de Caracheo y Manantiales del municipio de Cortazar, por ello es muy apreciada por los habitantes de las comunidades que se encuentran en las inmediaciones del cerro de Culiacán.

Por otro lado su experiencia le hace decir que las hojas del verdadero calendario de la vida deben ser contadas en instantes, tal vez por eso aun cuando relata una vida de pobrezas no hay rastros de amargura en su voz y sigue conservando la mirada de aquellos que siguen confiando en los seres humanos.

Cuando se llega a viejo, no hay nadie que pueda ayudarlo a uno, más que su propia voluntad. Renovarse o morir, como el águila, nos dice.

Y le da lectura a un pasaje cuyas letras hablan de renovarse y por el cual siempre ha tenido cierta fascinación: “ El águila es el ave de mayor longevidad... llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 años deberá tomar una seria y difícil decisión...

Sus uñas están apretadas y flexibles, dificultándosele cazar las presas de las cuales se alimenta.

Su pico se curva apuntando contra su pecho, sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas... Volar se hace ya muy difícil.

Entonces el águila tiene solamente dos alternativas: enfrentar un doloroso proceso de renovación, o morir.

El proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y quedarse ahí en un nido cercano a un paredón, donde no tiene necesidad de volar.

Al encontrarse en el lugar, comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Al lograrlo espera el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una, uñas y talones.

Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, empezará a desplumar sus plumas viejas. Después de 5 meses sale a su famoso vuelo de renovación que le dará 30 años más de vida”

Bajo el sol quemante de nuestra existencia, concluye doña Matilde, en nuestra vida “muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación... y como el águila, para continuar un vuelo de victoria, deberemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor.

Ya que, solamente libres del pasado podremos aprovechar el resultado valioso de una renovación”.

En otras palabras, inspirados por la generosidad y el sentido común , en nuestro proyecto de vida... renovarse o morir.